Atrás han quedado los tiempos en los que un dependiente de una tienda o un cajero se limitaba a realizar la función principal para la que lo contrataron. Un trabajador de una tienda tiene hoy una responsabilidad mucho mayor que antaño, no sólo por el aumento de la competencia, sino por el cambio de los tipos de clientes y la cantidad de información personal que supervisan.
Mientras que hace un par de décadas las funciones de un dependiente se limitaban a tareas típicas como la reposición, mantener el orden, cobrar en la caja o atender dudas, hoy se espera de un trabajador un servicio de asesoramiento personalizado e individual.
Sin embargo, en la era de internet y de la información complacer a los clientes es más difícil que nunca. La norma (no escrita) es que ahora todo el mundo busca información sobre los productos que quiere comprar por internet antes de ir a una tienda y ya conocen de antemano la mayoría de la información que necesitan: precio, calidad, modelos o incluso la disponibilidad.
Otro de los factores que multiplica la responsabilidad de los trabajadores es la información personal a la que tienen acceso. Si antes se pagaba en efectivo sin mayor esfuerzo, los pagos digitales dejan una información a la tienda que hay que proteger a toda costa, así como el perfil personal de cada cliente.
Seguro que has escuchado casos de trabajadores que han sido despedidos por acceder al fichero de un cliente famoso. Los dependientes de hoy se han convertido en guardianes de la privacidad en un sector donde la discreción es más importante que nunca, sobre todo con la sobre exposición de las redes sociales y los últimos escándalos sobre filtraciones y brechas de seguridad.