Las tiendas físicas están viviendo un gran momento en mitad de un momento en el que parece que el sector digital se está comiendo el mundo. No solo se están recuperando ventas tradicionales, sino que hay una gran cantidad de clientes que se están revelando contra el comercio online y han regresado a las tiendas locales.
Si en la última década hemos visto como el e-commerce subía como la espuma, poniendo en serios aprietos a los centros comerciales y a las pequeñas tiendas de barrio, ahora esta tendencia se está invirtiendo gracias a la conciencia social y las mejoras que se han implementado en el comercio tradicional.
Las tiendas físicas se han modernizado, ahora puedes pagar con el teléfono en cualquier zapatería de barrio, muchas tiendas permiten que reserves artículos por internet para después recoger en tienda, se ha apostado por el servicio especializado y personal, los negocios están cuidando mucho su presencia en las redes sociales y están atrayendo a los clientes que compran online para que regresen al formato físico.
La presión es tal, que incluso gigantes como Amazon han anunciado una estrategia de abrir tiendas físicas porque está viendo que la tendencia de consumo está cambiando a pasos agigantados. Y es que, comprar online ya no se percibe como algo novedoso, las ventajas se reducen, las entregas de paquetería están congestionadas y hay muchos consumidores descontentos porque el producto que se anuncia no es el mismo que el que reciben.
Los comercios minoristas han aprendido la lección y han salido de su zona de confort. Saben que no basta con vender un producto, tienen que vender una experiencia que ofrezca a los clientes un valor añadido a su compra.
Solo en Estados Unidos se han creado 50.000 empleos en el último año dentro del sector del comercio minorista, una cifra que contrarresta el mal sabor de boca que ha vivido este sector durante años, donde el cierre de tiendas era la norma.