Cada vez somos más los consumidores que nos interesamos por el origen de los productos que compramos. Ya sea por razones de calidad o por motivos éticos, los clientes ya no quieren productos cuyo origen sea controvertido y viole los derechos humanos o suponga un riesgo medioambiental.
En el ámbito del café, diferenciamos entre el circuito de comercio convencional o el que se basa en “comercio justo”. En el primero de ellos, las multinacionales intervienen para presionar sobre el precio del cultivo y fijan el precio final que pagará el consumidor. Por su parte, el Comercio Justo fue un proyecto que nació para eliminar los intermediarios de la industria del café y conseguir que los agricultores recibiesen un pago éticamente aceptable.
Como con la mayoría de los cultivos, el precio que paga un consumidor final suele multiplicar varias veces lo que un agricultor recibe por su trabajo. Hablamos de diferencias bastante grandes, que se pueden traducir en que un agricultor reciba 10-15 céntimos por un kilo de producto y que luego este se venda en un supermercado a 2 o 3 euros.
El Comercio Justo es una alternativa más cara que el café convencional pero que asegura a los consumidores que el café que toman procede de plantaciones donde las familias que trabajan reciben un pago adecuado.
Todavía no son muchas las empresas o las cafeterías que ofrecen café de Comercio Justo, pero es una alternativa interesante que puede ayudar a los operadores de vending a atraer clientes.
Para muchos clientes el precio no es un factor determinante de compra, sino la sostenibilidad, el origen y la calidad del producto que van a comprar. Ofrecer café de Comercio Justo en una máquina de vending es una forma de mejorar el branding de tu empresa y de ayudar a que la industria del café sea sostenible a largo plazo.