La crisis de suministros es uno de los mayores retos a los que nos hemos enfrentado como sociedad moderna en décadas. La globalización y la interdependencia entre países, industrias, producción de materias primas o el transporte ha hecho que esta crisis afecte a todos los eslabones de la cadena sin excepción.
Achacar la causa de la crisis de suministros a la superpoblación o el aumento de la demanda de energía es algo muy superficial que deja muchos detalles sin explicación. La realidad es diferente, la crisis de suministros se ha gestado lentamente gracias a la tormenta perfecta causada por el covid, la pausa de la actividad de las fábricas de China, la paralización del comercio y del consumo, el aumento de la demanda de microchips (cada vez hay más dispositivos electrónicos) y a una reactivación acelerada de la economía que ha ido muy por delante de la capacidad productiva.
Si nos vamos aún más atrás cuando no sabíamos lo que era el Covid-19 ni la pandemia actual, podemos encontrar más detalles sobre la crisis de suministros mundial de la mano de una economía que aún sufría por el colapso financiero derivado del escándalo de las hipotecas basura de 2008 y diversos desastres naturales como terremotos y tsunamis en Japón en 2011 (Central de Fukushima).
Al final, tras analizar todos los datos, es fácil observar cómo esta crisis de suministros ha ralentizado desde las entregas de coches hasta la posibilidad de comprar una videoconsola, un teléfono móvil o cómo ha provocado cortes eléctricos y que el transporte marítimo y aéreo multiplique por diez su coste,
La fábrica del mundo no es un engranaje perfecto y cuando la demanda se paraliza de forma tan brutal como lo hizo al comienzo de la pandemia, es necesario un período de ajuste durante el que tanto empresas como consumidores tendremos que hacer sacrificios en forma de mayores tiempos de entrega y un aumento sostenido de los precios.