La responsabilidad social es un concepto muy extendido entre las grandes corporaciones pero que también está empezando a llegar a los pequeños comercios. Después de todo, una sola persona puede generar un gran impacto a nivel social, la clave está en saber identificar las necesidades que queremos cubrir y qué hacer al respecto.
Un pequeño comercio familiar no tiene los fondos necesarios para construir 45 escuelas en Costa de Marfil, pero sí puede organizar una recogida de productos para el banco de alimentos local. También pueden organizar un evento o promociones para conseguir donaciones o acciones tan simples como las de una famosa cafetería italiana donde los propios clientes dejan prepagadas tazas de café para las personas en paro.
La responsabilidad social no solo beneficia al barrio donde está tu negocio, sino que es una forma de estrechar lazos con la comunidad que te rodea y, a fin de cuentas, mejorar la imagen de tu tienda para que el flujo de clientes sea más estable.
Un simple gesto como eliminar las bolsas de plástico y enseñar a tus clientes los beneficios de usar bolsas de tela reutilizables atraerá a los clientes preocupados por el medio ambiente. Y es que, ya hay incluso bolsas de diseño, por lo que ya no hay excusa para no adoptar su uso de forma generalizada.
Otra forma de crear un impacto positivo en tu comunidad es donar horas de trabajo. Si tienes una farmacia puedes hacer pequeñas consultas de nutrición a los desempleados, o si tienes una panadería hacer cursos de repostería.
La idea que persigue la responsabilidad social es la de cambiar la percepción del comercio a ojos del cliente. Se busca recuperar el calor de las relaciones de antes e integrar a la tienda en la vida normal del barrio, de forma que todo el mundo gane.