En un contexto en el que el distanciamiento social se ha convertido en una norma fundamental, reducir el contacto humano ha provocado una serie de cambios que han puesto de patas arriba todos los comercios. El uso del dinero en efectivo ha caído en picado y pone en evidencia la utilidad de los métodos de pago automáticos como Cashlogy.
Una máquina de cobro automático evita el contacto entre personas, los clientes y trabajadores no tocan el dinero en efectivo de unos y otros. Las colas se reducen, las compras se hacen de forma más fluídas y los trabajadores que normalmente están en la caja pueden dedicarse a repartir guantes y mascarillas o a organizar el aforo al comercio.
Algunas de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es desinfectar de forma continua elementos como los carros de la compra, garantizar que en la cola los clientes guardan una distancia mínima de seguridad, evitar las aglomeraciones, limitar la venta de productos básicos asociada a la especulación y una serie de medidas que requieren una mayor carga de trabajo para las personas que trabajan en un negocio.
Usar un sistema de pago automático libera la carga de trabajo del personal de caja y nos permite asumir el resto de las tareas sin que afecte a la plantilla normal de siempre. Y, una vez que termine la crisis sanitaria, este tipo de sistemas nos permitirá seguir agilizando el cobro de productos y que nuestros clientes tengan una experiencia de compra más positiva.
Otro punto importante de Cashlogy es que detecta los billetes falsos y devuelve el cambio de forma automática, por lo que añadimos funciones extra y evitamos pérdidas ante fraudes o errores humanos.