Tras ver el traspaso de clientes que están abandonando los centros comerciales de la periferia y que están volviendo a las tiendas de barrio de siempre, no podemos sino preguntarnos qué factores son los que están provocando este cambio de hábitos de consumo. ¿Evitar desplazamientos? ¿La diferencia de precio se ha reducido? ¿El comercio online?
Todas y cada una de estas respuestas son correctas, pero si hay algo que está consiguiendo que los clientes vuelvan a los pequeños comercios es sin duda por la experiencia de comprar en un local donde te conocen, saben cómo te llamas, tus gustos, el trato es humano, cercano y, por qué no, de paso nos ahorramos hacer cola en coche, los atascos y la media hora de buscar aparcamiento.
En la década de los 90 comprar en un centro comercial gigante era una experiencia abrumadora. Las personas no estábamos acostumbrados a ver locales tan grandes y con tanta oferta de stock, pero con el paso de los años este sistema está perdiendo su atractivo y estamos volviendo de forma natural a nuestras raíces. De hecho, cada vez son más las personas que compran en su día a día en los comercios pequeños y, cuando tienen que comprar algo que no hay cerca, lo piden por internet en vez de ir a un centro comercial.
En Estados Unidos se han cerrado más del 50% de los centros comerciales y sus edificios abandonados se están utilizando como almacenes. En Europa la tendencia está empezando a seguir las mismas pautas, algo que ya se nota en la subida del precio del alquiler medio en el centro de las ciudades, que se está disparando a niveles de antes de que estallase la burbuja inmobiliaria de 2008.