José Fuster es un tipo inquieto. De los que van a las ferias de muestras a ver las últimas novedades técnicas para incorporarlas a su moderna carnicería-charcutería de Gandía, donde igual vende productos para el día a día que piezas para gourmets redomados (atención a su apartado de conservas y vinos).
“Hace muchos años, vi una máquina en Alemania, pero era demasiado grande para mi local”, recuerda. Pero se quedó con aquella idea de tener un aparato que le ayudara a cobrar a los clientes, hasta que un buen día le recomendaron Cashlogy.
Y no tuvo dudas.
"Utilizar Cashlogy es cosa de niños"
“Aporta mucho. Primero, lo primordial para mí, es que garantiza la higiene. No está bien trabajar con la carne y a la vez ir cobrando”, explica Fuster, que también sirve platos caseros preparados a través de internet (cafuster.com). Por eso deja que sean los clientes los que paguen a través de la máquina. Y, oh sorpresa, son los más veteranos quienes mejor la han aceptado. “Les divierte, les hace gracia y, cuando ven a algún novato que no se aclara mucho, le ayudan. Porque es muy fácil de usar. Cosa de niños”, resume el empresario, que está encantado con otras virtudes de esta caja, como su rapidez.
Y su fiabilidad. “No acepta billetes falsos, pero, sobre todo, te quitas la mochila que
suponía tener un descuadre diario. Ya quisiera yo que todas las máquinas que he comprado me quitaran tantos dolores de cabeza como esta, sobre todo porque el dinero es un tema tan peliagudo…”, asegura.
¿Algún problema en los casi tres años que lleva usándola? “Por decir algo, cuando alguien pone un billete doblado puede atascarse, pero se soluciona en dos minutos. Se desmonta muy fácilmente. De hecho, hay un vídeo tutorial que te ayuda a hacerlo”.
Máquinas que cobran solas, cajas que siempre cuadran, vídeos tutoriales… Desde luego, los tiempos han cambiado. Sobre todo, para Fuster.
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